#COVID-19 ¿El principió o el Fin?

#COVID-19 ¿El principió o el Fin?

 La visión actual del fin del mundo

 

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      De alguna forma, vaya uno a saber cómo, surgió un virus que se fue propagando, muy rápidamente la humanidad se vio invadida por el que llamaron Covid-19, alias Coronavirus.

 

     Se contagia y se introduce en ciertas células para secuestrarlas y ponerlas a su servicio. El cuerpo enferma y por tanto reacciona, si puede y como puede.

 

     A veces la persona es la que muere, Hasta aquí un infinitesimal idea de lo que sucede en el plano cuerpo/material; Pero el cuerpo no es lo único afectado e involucrado con esta conquista invisible.

 

     Sea por la difusión de información, o desinformación convertida en difusión masiva, ocurrió que bien pronto una epidemia emocional se disparó a causa del virus.

 

 

Del miedo, el veneno.

 

     El miedo corrió por las arterías, bloqueó pensamientos, alteró conciencias.  La sombra de la muerte suele causar pavor, y en esta ocasión es una susurrante amenaza que te puede atacar sin que lo percibas hasta semanas más tarde.

 

      El terror se instala y se multiplica. Las reacciones adversas emocionales de unos se confabulan con las de otros, y en ese caldo de cultivo la tónica general es dramática o hasta siniestra.

 

       El efecto patógeno no se restringe al cuerpo, coloniza el plano emocional. Pero allí no para la expansión del horror.

 

      La gente se mira con recelo, la gente se aparta, la gente se aísla. A veces obligados por las autoridades, a veces movidos por las emociones oscuras, a veces siguiendo a la masa que se mueve ciegamente adoctrinada.

 

     Escuelas son cerradas, por prevención dicen, y probablemente sea cierto. Aunque con la magia de la tecnología se potenció el aula virtual. El comercio se enlentece o directamente muere. Crece la venta online, los servicios de reparto a domicilio, porque de alguna manera hay que sobrevivir y seguir moviendo la maquinaria social. El transporte se ralentiza o detiene para siempre su marcha.

 

    Quedan los recursos indispensables para sostener con débil hálito de vida el sistema moderno de vida. El turismo con su billonaria movida de capitales agoniza, si es que no ha fallecido ya (¿por el momento?).

 

   Las fábricas tienen que seguir funcionando, ¿pero quién compra? ¿Qué operario llega hasta la instalación? Hay despidos, paro temporal, aumento de costos y precios, reducción de salarios, crisis económica y social. Y siempre estarán los vivillos que se aprovechan de la desesperación y la esperanza pueril.

 

   La pobreza y la miseria se fortalecen, como las primas obscenas del virus. Como hay atisbos de grandeza y luz, entre tanto remolino caótico. Y también gente que acrecienta su poder y fortuna de manera lícita y legal.

 

      Las diatribas de odio, la fanatización, el nosotros contra ellos, todo lo perverso que el humano sabe como desparramar por donde va. Esperemos que no, pero la guerra, los saqueos, otros actos de violencia y la discriminación harán arder fuegos terribles por doquier.

 

      Así como rencillas dentro de las paredes del hogar, lugar de confinamiento de personas allegadas pero que hasta ahora se trataban solo un ratito por día.

 

     Y allí donde la malicia anudaba previamente, seguramente ahora estará multiplicada y desaforada. Pensemos solamente en los casos de abuso o violencia dentro del hogar y sus consecuencias.

 

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  Sin contar con los terribles aprovechadores, estafadores, manipuladores y otros que hacen un carnaval para enriquecerse.

 

    Los pensamientos se corroen por las emociones trastornadas. Las paranoias conspiratorias aturden como afecciones respiratorias. Mientras algunos buscan verdaderas soluciones, otros se caen en pozos de creencias y negación.

 

    La falta de contacto humano, el encierro, la duda por el futuro, el miedo a la muerte, la desesperación por la pérdida de los ingresos, el no contemplar con claridad una solución, van agobiando a la mente.

 

       La soberbia, el descontrol, la infamia, la mentira desplazan al razonamiento, a la prudencia, al afán de crecer aprendiendo. Los moldes que aprisionan la personalidad se endurecen, se llenan de gruesas costras para proteger el Sistema de Creencias que ya de por sí nos mantiene prisioneros de manera habitual.

 

     Es momento ideal para que toda clase de timadores hagan su festival y obtener poder y riquezas. Supersticiones y religiones pregonando sus fines del mundo, sus salvaciones místicas, sus promesas mágicas. Las figuras religiosas clamando a dioses, como si eso tuviera algún efecto más allá de lo psicológico.

 

     En tanto que los pocos que comprenden la diferencia fundamental entre religión y espiritualidad, siguen clamando en el desierto. La noche avanza sobre la conciencia de la espiritualidad, cubriéndola con el manto de la necedad valorada como sagrada

 

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     Todo ello provocado por un virus ridículamente pequeño, sin vida, sin conciencia, sin destino, sin objetivo. Al que se suma el EGO, causante de la mayor parte de los desastres aquí rápidamente señalados.

 

      Por supuesto que hay rayos resplandecientes y no todo es horror. Pero tratar de la parte saludable no era la intención de este escrito.

El Coronavirus es un  ataque a tu Sistema de Creencias, Muy tarde ya es la reacción de la sociedad ególatra y de la Iglesia  que aún pernocta, adormilada de reglas humanas ataviada,  y sin la autoridad  de Cristo (al que alejo,  de sus eventos sociales en busca de emociones actos espectaculares,  doctrinas vanas),  como para declarar vida y apagar las llamas que están ardiendo y miles callendo al fuego eterno.

 

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Ebendecir

De la Abundancia del Corazón, son frases únicas y versos auténticos de amor y desamor para dedicar en toda ocasión.